ESPONDILITIS ANQUILOSANTE

La espondilitis anquilosante es una enfermedad inflamatoria de causa desconocida que afecta a la columna y a la pelvis.

Suele comenzar entre los diez y los treinta años de edad, y es más frecuente en hombres que en mujeres.

Los primeros síntomas aparecen al principio de la adolescencia o de la edad adulta. Es raro que comience a partir de los cuarenta años.

El primer síntoma que suele notar el paciente es un dolor constante y profundo a nivel de los glúteos o en la zona lumbar baja que se acompaña de rigidez en esa zona por las mañanas durante varias horas y que va desapareciendo a medida que hace ejercicio. El comienzo del dolor suele ser lento y paulatino de modo que el paciente no sabe especificar exactamente cuando empezó a dolerle la espalda. Con el tiempo el dolor se hace más constante llegando a despertar al paciente por la noche. Estos síntomas suelen acompañarse de sensación de hipersensibilidad en los huesos al contacto o a la presión.

Las articulaciones no son las únicas afectadas, también pueden afectarse otras partes del cuerpo.

El diagnóstico de espondilitis anquilosante en fases precoces, antes de que ya hayan aparecido estas alteraciones en las radiografías puede ser muy difícil. Actualmente se emplean los siguientes criterios diagnósticos:

· Dolor de espalda de tipo inflamatorio.

· Limitación de los movimientos de la columna lumbar en los planos frontal y sagital.

· Limitación de las excursiones respiratorias en relación con los valores normales correspondiente a su edad y sexo.

· Signos radiográficos de sacroileitis.

Cuando se diagnostica la espondilitis, el paciente debe ser tratado por un fisioterapeuta y aprender una rutina de ejercicios que pueda hacer todos los días.

Las sesiones de fisioterapia dirigidas por profesionales son irremplazables, aunque existen una serie de ejercicios recomendados para las personas con espondilitis que puede empezar a practicar ya.

La finalidad del fisioterapeuta es hacerle tomar conciencia de la postura, sobre todo la posición de la espalda, y aumentar el radio de acción de ciertas articulaciones, especialmente los hombros y la cadera. Es importante conservar los músculos fuertes porque la disminución del movimiento, incluso durante poco tiempo, hace que se debiliten y puede costar mucho tiempo volverlos a poner en forma. También es importante aprender a estirar los músculos que se acortan fácilmente.

Cabe destacar que no todos los ejercicios son adecuados en todos los casos. Es por ello que te recomendamos que acudas a nuestro Centro y consultes con nuestros especialistas, que tras una valoración actual, te podrán ayudar a elaborar una tabla de ejercicios apropiados y aconsejarte acerca de pautas saludables que favorecerán a conseguir un bienestar general. Es importante conocer que hay ciertos alimentos que pueden contribuir a reducir el estado inflamatorio de nuestro cuerpo.

Imagen: www.xatacaciencia.com