Durante el embarazo se dan una serie de modificaciones fisiológicas en el organismo afectando a todos los sistemas corporales:
A nivel osteoarticular y muscular, aparece laxitud ligamentosa y disminución de la resistencia del cartílago (ambas consecuencia de la modificación hormonal), dando lugar a un aumento de la curvatura dorsal, alteraciones en la pelvis, así como descenso del centro de gravedad.
Asimismo, se origina una activación del crecimiento muscular, pero disminuye su tono.
Se cambia la biomecánica ya que se altera la organización habitual del aparato locomotor, afectando principalmente a los abdominales, al periné, distendiéndose, y a los isquiotibiales, retrayéndose.
Todos estos cambios pueden dar lugar a dolores por una mala adaptación. Las alteraciones musculares y posturales provocan fatiga que puede desencadenar en una “contractura refleja”, y, por consiguiente, en dolor.
Por lo general estas modificaciones regresan a su estado anterior al embarazo, salvo alguna excepción a nivel de la pelvis y tracto urinario inferior donde lo normal es que no regresen al completo.
Una buena preparación física durante el embarazo puede ayudar en gran medida a minimizar el daño sobre el suelo pélvico. Esta buena preparación, incluye masajes vaginales, ejercicios para ayudar a encajar al bebé durante la fase de dilatación, la realización de un pujo eficaz y menos dañino para el suelo pélvico.
No obstante, la compresión y distensión a la que se somete el mismo durante el parto vaginal es tan grande, que provoca un sobre estiramiento ya no sólo de las fibras musculares, sino también de las estructuras nerviosas y fasciales que lo rodean. Estos fenómenos de compresión y distensión provocan que el suelo pélvico esté debilitado en el postparto inmediato.
En muchos casos, este debilitamiento se recupera poco a poco, pero en aquellas mujeres que han tenido un parto complicado, resulta indispensable realizar una valoración y tratamiento del mismo, especialmente una vez transcurrida la cuarentena, ya que se pueden producir a corto-medio plazo una serie de problemas si no se recupera la funcionalidad del suelo pélvico, así como de otros músculos como el transverso de abdomen, concretamente:
Una buena manera de recuperarse después del parto, para devolverle a tu cuerpo la funcionalidad necesaria tras todos los cambios sufridos, sería comenzar con gimnasia abdominal hipopresiva, en la que se consigue tonificar el suelo pélvico y reforzar las estructuras y órganos que podrían haberse visto debilitadas con el trauma del parto. Con ello, devolveríamos el tono adecuado a la musculatura del periné, evitando así incontinencias urinarias y prolapsos de ciertos órganos.
En el postparto tenemos que contemplar el efecto de las cesáreas en el abdomen de la mujer, provocando adherencias (cicatrices). Esa cicatriz adherida, con el tiempo crece hacia los órganos vecinos, y primero pueden manifestarse con un dolor en la pelvis apenas notable, pero incluso pueden llegar a adherirse a las trompas, útero, etc, provocando sensaciones desagradables.
Para saber sobre la importancia del tratamiento de una cicatriz puedes consultar el perfil de pacientes postquirúrgicos.
El trabajo del fisioterapeuta te ayuda a valorar y resolver todos los cambios corporales que se hayan producido en tu cuerpo durante el embarazo.